A primero de octubre acá en Coyhaique se largó una nevada.
Me agarro a mi té de boldo y miro al cerezo que hace de puente entre el cielo y la máquina. En el horizonte se eleva el cordón cordillerano. Hace más o menos un mes que en casa no compramos leña. ¿Frío? Parafina. El calefont misterioso sólo nos permitió bañarnos con agua caliente hasta marzo. Es absolutamente todo de lo que me puedo quejar. El invierno estuvo “bueno”. La vuelta al territorio ha sido generosa.
Cuando me fui de Buenos Aires después de más o menos 8 años de locura porteña lo hice sin un plan específico. Pegué la vuelta pa Colombia y Europa y allá en París, me agarro “el Estallido Social” Sucedió lo que jamás pensamos que acontecería nuevamente:Un mar de gente bravía se levantó para decir BASTA. Mis opciones eran pocas,mirar el proceso online y adscribirme por segunda vez a un proceso migratorio o volver al Territorio. Volver al País Patagonia. Volver a algo parecido a casa, o por lo menos volver a una habitación de esa casa imaginaria. Volver, volver al trabajo de archivo, al reconocimiento de las heridas, las herencias, las carencias, los fantasmas, lxs amigues, el Río, los rabanitos, la Montaña, los abrazos. Volver, pero volver con la partitura en otra clave: con ganas, volver con ganas de estar.
Quienes nos vamos, pegamos la vuelta con otra óptica. El camino hace que la pregunta se ensanche. Migrar implica incorporar tanto al territorio que te recibe que concluyes que la estupidez es un baluarte universal y que el neoliberalismo, nacionalismo, machismo y las mierditas que tanto detestaste en tu tierra se reproducen sin asco danzando en la circunferencia del orbe. Asquerosidades más, asquerosidades menos, de igual manera infieres en que si el espanto es universal -a la hora de las comparaciones- la Belleza debe tener a su haber igual poder cuantitativo al momento de la apuesta.
Cuando pienso en el “estallido social” me gusta pensar en “la primavera de chile” pero cuando pienso en chile se me hace ajena la vecindad centrina. Y que esto quede claro, no es odiosidad chovinista.Quienes habitamos estos sures culturalmente estamos más cerca de nuestros vecinos orientales (cordillera de por medio) que de nuestros vecinos “nortinos” OJO, insisto, esto no implica hacer la vista gorda sobre la inhumanidad capitalista del Estado chileno (y argentino) a lo largo y ancho de toda su “soberanía” ni desconocer el ejercicio de crueldad de los administradores del dinero, las armas y la muerte.
Es de vital importancia comenzar a poner en la palestra el color del territorio y hacer del discurso inclusivo una práctica donde se comprenda de que todxs habitamos el mundo de manera diferente. Aunar y solidarizarnos en afinidad sí, contra toda autoridad y contra toda explotación sí, contra el fascismo SIEMPRE pero con la urgencia de considerar de que las luchas, los discursos, los tiempos pertenecen a un lenguaje único que habita en la particularidad de cada región/territorio. No podemos seguir reproduciendo maquetas eurocentristas, es anacrónico, ni tampoco podemos entrar al purismo onanista del getho. No queda otra que dejarse transformar por la experiencia del Otrx, aprendiendo como quien ve la misma primavera con otros ojos, como una niña pequeña que recién descubre sus manos.
Escrito para revista La Peste de Magallanes
Foto: Yayo Riquelme (nietecita desde Puerto Natales)